Días 56 y 57: La Fortuna y el volcán Arenal
jueves 10 febrero 2011, por Ingrid Briggiler:
El día mismo que llegamos a La Fortuna (domingo 6 de febrero) nos fuimos a hacer la excursión al volcán Arenal porque dicen que es muy lindo empezarla a la tarde y que se haga de noche arriba en la montaña así uno puede apreciar mejor la lava.
Salimos entusiasmados, aunque estábamos muertos de cansancio, y nos emprendimos en una noche que después pensé que nunca terminaría.
Llegamos a la zona del volcán después de 40 minutos en auto, nos bajamos y ya estaba oscureciendo, agarramos unos bastones de caña y nos fuimos. Caminamos una hora en medio de piedras y arena negra por el antiguo río de lava que se formó en 1968, la última vez que el volcán hizo una erupción grande. Tan grande que se llevó por delante a una pequeña ciudad «Arenal» y de ahí su nombre.
Cuando llegamos a la cima de la montaña, como a unos mil metros de altura, le preguntamos al guía por la lava. Se rió, «esto es lava, estas piedras fueron desprendidas del volcán por eso se llaman lava«. Y todos nos reímos porque de todos modos era un lugar hermoso para estar y apreciar el atardecer.
Pero en seguida quisimos bajar. Era de noche y yo estaba en la punta de una montaña con mi linternita y un palo como bastón. Fue la primera vez que hice algo semejante y me encantó, como todo lo nuevo, pero sí que fue arriesgado de mi parte, aunque claro que no corríamos riesgo de ningún tipo.
Charlamos mucho durante la bajada y eso la hizo más llevadera. Cuando volvimos a subirnos a la camioneta estábamos todos de buen humor y nos reíamos de la lava que habíamos visto hasta que el conductor se sale de la ruta y se entierra en la banquina. No fue nada grave pero todos dijimos: ¡La puta madre!
En la banquina había muchos restos de árboles, pero sobre todo de cañas y más la humedad de la zona era como un colchón de paja que no nos dejaba mover.
Los chicos intentaron sacar el auto, pero nada, mientras con las chicas nos reíamos de la noche que nos habían vendido por $25 dólares, que terminaron siendo $28 por no sé qué cosa.
Como a la hora, nosotras ya estábamos de nuevo arriba de la camioneta viendo fotos, llega una 4×4 y nos saca de un tirón y sin problema. No estaba ni rayada la camioneta así que nos quedamos tranquilos. Pero faltaba una parte de la excursión. La parte de las termas.
Nosotras habíamos llevado ropa, shampú y jabón para bañarnos después en los baños de las termas. Estábamos listas para meternos en cada una de las 25 piletas del complejo Baldí cuando el guía nos dice: «Pero no chicas, ¿ustedes no sabían? Adonde vamos nosotros es un lugar más copado porque es natural, vamos al origen de las termas, al río mismo». Y ahí todos empezamos a reírnos otra vez por la estafa que nos habían hecho con el tema de la «mejor excursión». Pero aceptamos ir al río de todos modos. A todo esto eran las ocho de la noche, que es como decir las doce en Argentina.
No se veía nada de nada pero ahí íbamos con nuestras linternas y en malla cruzando la ruta para llegar al río. Cuando metimos el primer pie en el agua todo el mal humor se nos fue y disfrutamos de una noche hermosa, en el medio de un río caliente a cielo abierto.
Lo lindo de estas aguas termales es que no tienen azufre ni ningún otro material oloroso. La historia es que cuando el volcán hizo esa erupción grande en 1968 cambió la calidad del agua de ese río que antes de esa fecha era uno más y lo convirtió en un río caliente. ¿Pueden creerlo?
Así que desde esa fecha la gente de La Fortuna tiene algo más para explotar su turismo. Toda la gente de esa ciudad vive del turismo, sin excepción y claro que no tienen ni domingos ni feriados.
Volvimos al hostel contentos, riéndonos por todo lo que habíamos pasado en cuatro horas.
Después nos bañamos y con Shirán salimos a un festival que había en el pueblo por el aniversario de la ciudad. La pasamos bien aunque nos quedamos solo un rato porque estábamos las dos muy cansadas de tanto viaje. Esa noche me comí unos churros riquísimos, recién hechos que todavía recuerdo. Jajaja.
Al día siguiente sí fuimos al verdadero complejo termal Baldí y la pasamos muy bien también, aunque el río natural no tiene nada que enviarle. Fuimos a las seis de la tarde y volvimos a las diez después de comer mucho en el bufete del lugar. Al medio día también habíamos comido mucho y bien rico porque nos cocinamos bife con papas fritas y arroz blanco. Una delicia. Yo por supuesto que me encargué de hacer las papas.
Ese fue mi paso por La Fortuna y mi estadía con Shira, Shiran y Elior. Al día siguiente me fui para Nicaragua, pero esa es otra historia.