Día 20 y 21: Mucho trabajo y nada más
martes 4 enero 2011, por Ingrid Briggiler:
El día primero y dos de enero me la pasé trabajando pero fue una buena elección la que hice unos días atrás de conseguir trabajo. Ya no trabajo más y puedo decir que fue una experiencia maravillosa donde pude integrarme con facilidad a la mecánica del trabajo y a la población trabajadora, dejando de ser turista por unos días.
Trabajé en total 5 días y gané $330.000 pesos colombianos, lo que son 185 dólares más o menos. Con ese dinero tengo pensado hacer el viaje de tres días por Barranquilla y Aracataca para luego volver a irme ya de Cartagena por más que no quiera.
Pero no todo es dinero en la vida, el trabajo me dejo muchos otros saldos positivos aunque fueron pocos días. Aprendí a ser moza, un trabajo no tan fácil como parece, entendí el valor que tiene el servicio que se brinda y atender a la gente no siempre es cosa fácil, aunque tengo que admitir que la mayoría de los clientes fueron muy amables conmigo, se interesaron por mi historia y compartieron la suya conmigo.
La gente de la cocina, aunque me retaban a veces porque llevaba mal los platos, se portó de diez conmigo teniéndome paciencia, repitiendo cuando yo no entendía y dándome de comer cosas riquísimas todos los días. También me enseñaron algunas recetas pero esas son secretas, jajaja.
Los compañeros míos adentro del restaurante también muy bien, me ayudaron cuando lo necesité y sin una pizca de celos o maldad me brindaron todos sus conocimientos para que yo cumpla bien mi función como moza.
Suena como que si hubiese sido algo muy difícil de lograr lo que hice, pero no, no quiero decir eso, sino que conocí un mundo ajeno para mí y que eso me gustó porque logré comprenderlo. Es difícil trabajar para darle de comer a las personas en tiempo y forma. Ahora entiendo todo el estrés de la gente de la cocina y por qué los mozos corren cuando uno los ve yendo de una mesa a otra. Les juro que pensé muchas veces en los mozos de Bizarro (bar al que vamos con frecuencia con mi familia) en estos días que trabajé Donde Olano y dije “ah, ahora lo entiendo”. Jajaja.
Y así terminé mi jornada laboral. Yo quería trabajar unos días y lo logré. Misión cumplida.
Lo último que agrego es que trabajar me acercó más a la sociedad cartagenera, me sentí una ciudadana más y eso hizo que la quisiera más.
Ayer a la noche cuando me volvía en taxi a mi casa, el señor me quería cobrar seis mil pesos colombianos y yo le dije, “no, siempre me cobran cinco mil, además vengo de trabajar” (me hice un poco la agrandada, sí, jajaja). Y no me creyó claro. Me dijo, “ay, sí, debés estar muerta de tanto trabajar” y ahí no más empecé a recitarle la carta completa del restaurante empezando por las entradas:
- Muelitas de cangrejo.
- Ceviche de corvina.
- Crema de tomate.
- Crema de puerro.
- Calamares apanados.
- Paté.
Siguiendo por los platos fuertes típicos de la casa:
- Camarones Olano.
- Langostinos al ajillo, termidor o pasión.
- Filete de Pargo Olano.
- Pulpo al ajillo.
- Pave.
- Langosta Brigitte.
Y terminando por los postres:
- Flan de coco.
- Flan de café.
- Bananas flameadas.
- Brownie con helado.
Y el taxista me creyó y me cobró la mínima que son los cinco mil pesos que me cobran siempre. Jajaja. Me sentí contenta cuando me bajé del taxi, no porque me habían cobrado menos, sino porque pude formar parte de esta ciudad por unos días y estoy muy contenta por eso.