Dos días en la selva del Tayrona
domingo 26 diciembre 2010, por Ingrid Briggiler:
El jueves y viernes pasado (23 y 24 de diciembre de 2010) estuve en el PNN (Parque Nacional Natural) Tayrona que queda a una hora de la ciudad de Santa Marta y ahora les voy a contar con detalle qué hice allí y cuánto me costó la estadía total. Si quieren saber más pueden hacerme preguntas en los comentarios.
La noche anterior a la expedición dormí en un hotel en Santa Marta, no era muy lindo pero era el único que encontré con disponibilidad, wifi y en una buena zona céntrica.
Ese día me desperté y fui a conocer la basílica más antigua de América por dentro (fotos), saqué unas fotos, cambié dólares (porque nadie acepta tarjeta ni en Santa Marta ni en el Tayrona) y a las 10.30 de la mañana salía un transporte especial de uno de los hostels que quedaba cerca de mi hotel, directo al parque y por 10 mil pesos colombianos, lo que es un buen precio, porque el viaje es de más o menos una hora.
Llego al hotel y como todavía no había nadie para viajar, me voy al súper de la esquina y me compro provisiones para mi estadía en la selva porque me habían dicho que no había muchas opciones allí adentro y que además era caro. Así que me compré agua, manzanas, galletitas.
Cuando vuelvo al hotel, el “transporte especial” era un taxi para cuatro personas. Me subo y ya estaba lleno por otras tres: Pat, Adam y Jack. Tres chicos de Australia y Estados Unidos que iban hacia el parque. Hablamos un poco en español porque ellos querían aprender entonces practican con nosotros los latinoamericanos.
Llegamos al parque y en la cola para sacar la entrada nos hicimos amigos de otras personas, una pareja de colombianos, jóvenes, unas chicas de Estados Unidos y una pareja más grande de colombianos pero que vivían en los Estados Unidos desde hacía muchos años. Todos están en las fotos. (Vean Día 11: Parque Nacional Natural Tayrona.)
Que hayamos hecho ese grupo fue genial porque el camino era largo y siempre es bueno estar acompañado y si somos más es más divertido también.
Antes de entrar al parque intenté sacar la entrada con descuento de estudiante, pero no me dejaron así que tuve que pagar 34 mil pesos colombianos de ticket (con el descuento costaba 7 mil). Pero no era para los extranjeros.
Una vez que el taxi nos dejó adentro del parque, en la estación Cañaveral, caminamos casi dos horas hacia Arrecifes primero y luego hacia La Piscina. Fue una caminata exótica porque caminábamos entre rocas, ramas, barro, muy excitante, pero agotador. Por suerte cada uno tenía su botella de agua y cada media hora parábamos para descansar un poco e hidratarnos.
Llegamos a la zona de playas y fue hermoso en Arrecifes uno no se puede bañar porque es zona de mucho oleaje, solo los que hacen surf pueden meterse, pero no había ninguno. Te la regalo hacer todo ese recorrido con una tabla, ja.
A unos metros del mar se me acerca un pato. ¡Qué lindo! Digo yo y el guacho viene y me muerde el brazo. Me re dolió pero no me hizo nada, ni me salió sangre. Es que yo tenía en los brazos una bolsa con agua y manzanas y se ve que el pato estaba hambriento.
Media hora más tarde llegamos a la playa La Piscina, donde sí nos podíamos meter y ahí nos quedamos a pasar la tarde, era un lugar hermoso porque había un arroyito que venía de adentro de la selva, una cañada, de agua dulce que desembocaba en el río y todo era armonía en ese lugar.
A las cinco de la tarde nos volvimos a poner las mochilas para seguir camino, pero esta vez para adentro de la selva porque teníamos que buscar un lugar donde dormir antes de que se haga de noche.
Una guardia parque voluntaria, Meli, nos aconsejó que fuéramos al camping de Don Pedro y allí fuimos. El lugar es hermoso y enorme y la gente que trabaja (y vive) ahí nos atendió de maravilla. Esperamos el atardecer en el comedor del lugar jugando a las cartas entre todos porque había gente de todos lados e incluso me encontré con unos chicos que había conocido en el castillo San Felipe. Jajaja.
Después comimos pescado con papas fritas, arroz y ensalada y a las 22.45 cortaron la luz de todo el camping porque ya era hora de dormir, nosotros estábamos todavía en el comedor jugando a las cartas y fue raro que de pronto todo se ponga negro y que no se vea ni una lucecita a la distancia.
Agarré mi linterna, que por casualidad también la tenía cerca, en la mochila y nos fuimos a dormir. Mi carpa era para una persona, pero era amplia de todos modos y tenía una colchoneta así que dormí bien, muy bien porque se largó a llover y no paró en toda la noche entonces dormí fresquita y con el sonido de la lluvia, una maravilla.
Al otro día me desperté a las 5 am con el sonido de los pájaros y monos (en el parque vimos monos, pájaros varios pero el más impresionante el tucán que puede ver de lejos, mariposas y patos), fue lindo, miré un rato por la puerta de la carpa pero me volví a acostar hasta las 6 que ya me levanté para organizar mis cosas y prepararme para la vuelta. De todos los que éramos solo volvíamos a Cartagena cuatro personas: los tres chicos del taxi y yo, así que también tuve suerte de no volver sola.
Pero como queríamos llegar temprano a Cartagena porque era noche buena a la salida del camping alquilamos unos caballos que nos llevaron hasta la entrada del parque, esta vez el viaje fue más rápido pero no menos excitante porque los caballos iban por unos lugares que daba miedo pasar y como había llovido mucho la noche anterior todo lo que era barro se convirtió en pantano más o menos, jajaja. Así que esa también fue una buena opción.
En la entrada al parque nos tomamos una combi que nos llevó hasta la terminal de Santa Marta, ahí nos tomamos un colectivo que nos llevó a Cartagena, otra vez cuatro horas de viaje, pero sin aire acondicionado. Eso fue terrible, no veía las horas de llegar. Y al final llegué a casa a las 16 horas. Con lo que tuve tiempo de prepararme, hablar con mi familia y volver a salir.
La experiencia de estar dos días en la selva para mí fue maravillosa y me hubiese quedado más días si no hubiese sido porque era 24 de diciembre. Todo es muy tranquilo y hay varias personas que viven ahí y nos dicen que no necesitan la ciudad para nada y que ese es su lugar en el mundo. Ojalá algún día pueda volver con mi novio así nos quedamos los dos tranquilos en el camping por unos días disfrutando de la naturaleza y de las playas.
(Lo que se ve en las fotos, de una casa toda desordenada es la casa de Don Pedro que vive en el lugar pero que justo no estaba y que tiene 80 años. Sus hijos y nietos trabajan en el lugar. Increíble, ¿no?)
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domingo 26 diciembre 2010 a las 10:07 PM
Woww!! Dormir al lado de la lluvia, espero que no te resfries amiga!!
lunes 27 diciembre 2010 a las 7:53 AM
FELIZ NAVIDAD AMOR!!!! ESTABA DESCONECTADA TODOS ESTOS DÍAS PORQUE TENÍA A TODA LA FLIA. ACÁ. ESTAMOS TODOS BIEN Y ME HICIERON TRABAJAR COMO LOCA!!! HERMOSA TU AVENTURA POR EL PARQUE, PERO EN ESA NO TE ACOMPAÑARÍA!!! DEMASIADA NATURALEZA JUNTA.
BESOS Y ABRAZOS GRANDES, OTRA VEZ TE ESTOY PISANDO LOS TALONES